Proporcionalidad, igualdad del voto y otros temas en elecciones pluripersonales

Auteurs-es

Rafael Estrella-Aguilar
##plugins.pubIds.doi.readerDisplayName## https://doi.org/10.33324/ceuazuay.203

Mots-clés :

elecciones, voto , Asamblea Nacional, CPCCS, sistema electoral, proporcionalidad, Ecuador

Synopsis

La presente obra aborda una cuestión que resulta trascendental en la configuración institucional de todas las democracias modernas. Se trata, en palabras de la propia Constitución ecuatoriana, del "Principio de Proporcionalidad", un principio que encierra en su interior al menos dos almas: la una es matemática y la otra, política y moral. Ambas pueden deslindarse, pero solo a efectos analíticos, pues en realidad se encuentran intrínsecamente imbricadas, de tal modo que no pueden entenderse la una sin la otra.
De hecho, tanto es así que el vocablo griego para la expresión "proporción" no era otro que "logos". Y "logos", como se sabe, es quizás el término más rico y profundo de todo el novedoso léxico que nos legaron aquellos fantásticos pensadores de la antigüedad que dieron en descubrir la reflexión filosófica. "Logos" se traduce como proporción, cierto, pero se traduce además de muchas otras maneras: se traduce como ley, se traduce como armonía, se traduce como lenguaje, se traduce como ciencia, se traduce como razón. El vocablo logos lo encontramos en el corazón de la filosofía griega y, por tanto, en el corazón de la primera gran revuelta contra el pensamiento mítico y la superstición. El logos contra el mito, como suele presentarse este enfrentamiento en los manuales de historia de la filosofía. La luz contra la sinrazón, el conocimiento frente a las tinieblas, el fuego de Prometeo contra la condena a la oscuridad. Esa inusitada riqueza semántica del término se traslada a todas sus traducciones. O, si lo vemos
desde la otra perspectiva, todos los vocablos que vienen de logos encierran en su interior una ineluctable y fecundísima complejidad. También, en lo que ahora nos atañe, el término "proporcionalidad". El profesor Estrella Aguilar parece ocuparse aquí sobre todo y principalmente del latido matemático de la expresión. Por ello, encontramos en este libro índices, fórmulas, ecuaciones, demostraciones, etc. Es una obra sobre todo numérica… pero no solo. De hecho, y contra lo que pudiera parecer, ni siquiera primordialmente. Los números, las cifras, los diferentes cálculos tienen aquí un sentido normativo. No se ofrecen como mera demostración de competencia aritmética, sino como una argumentación en aras de cierta concepción de lo justo. Por eso, el autor afirma que siente "la obligación moral" de presentar esta obra. Porque de eso se trata, de entender la proporcionalidad como justicia.

Ahí tenemos, inevitable, el pálpito político y moral. Un pálpito que aparece al menos en dos ocasiones en la Constitución de Ecuador. Lo hace en el artículo 76.6, que reza que "la ley establecerá la debida proporcionalidad entre las infracciones y las sanciones penales". Ahí se entiende la proporcionalidad como sinónimo de justicia, de ecuanimidad en el castigo penal. Una proporcionalidad entre los delitos y sus penas que inauguró Cesare Beccaria hace dos siglos y medio y que ha supuesto uno de los mayores avances morales y jurídicos de la historia de la humanidad. Y lo hace, también, en el 116: "la ley establecerá un sistema electoral conforme a los principios de proporcionalidad, igualdad del voto, equidad, paridad y alternabilidad entre mujeres y hombres". La proporcionalidad concebida como justicia entre lo expresado mediante el voto por el elector y la consiguiente configuración de la representación política en lasinstituciones. Es en esta concepción de la proporcionalidad donde la presente obra realiza una indudable aportación.
El libro del profesor Estrella se ocupa de muchas cuestiones, todas imbricadas en esta fundamental de la proporcionalidad electoral, pero una de ellas destaca con especial acierto: su defensa del método de Webster frente al de D´Hondt. Se trata de una polémica sobre la mayor o menor proporcionalidad – esto es: una polémica sobre la mayor o menor justicia – de ambas fórmulas de la que puede decirse con todo el rigor del mundo que es tan antigua como la propia democracia moderna. No en vano los primeros precursores de ambas propuestas fueron nada menos que Jefferson (que abogó por la que, un siglo después descubriría de nuevo y bautizaría con su nombre el matemático belga Victor D'Hondt) y el propio Daniel Webster, coetáneo del propio Jefferson y, como él, uno de los grandes protagonistas de la independencia de los Estados Unidos y la formación de la primera gran democracia de la modernidad.

194 páginas

ISBN: 978-9942-618-28-3
e-ISBN: 978-9942-618-29-0

 

 

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avril 10, 2023

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doi

10.33324/ceuazuay.203.566