Academia Ecuatoriana de la lengua Memorias : No 79 Tomo II

Hace alrededor de veinte años habría sido difícil imaginar que las palabras de un director de la Academia Ecuatoriana de la Lengua abrieran un Congreso Internacional de Literatura Hispanoamericana en el Perú; más quimérico aún habría resultado que ese director hubiese sido una mujer. Pero, aun- que solo en 1998 se firmó la reconciliación histórica definitiva entre Ecuador y Perú, la sangre que recorría nuestras venas culturales, más allá de abismos y distancias, atravesaba Andes y Amazonas y nunca fue interceptada entre nuestras naciones. El Amauta Mariátegui y César Vallejo; Benjamín Carrión y César Dávila Andrade, los grandes peruanos y ecuatorianos nos pertenecen a todos, gracias a la lengua. Hoy, olvidadas rencillas, nostalgias, divisiones y penas territoriales, entramos en un tiempo en el cual reprobamos todo nacionalismo a ultranza, para apostar por la vigencia de un planeta unido, a fin de salvarse a sí mismo.

La cortesía me exige presentar someramente, a nuestra Academia Ecuatoriana. En la segunda parte de mi discurso, procuraré transmitirles el efecto de libertad y gracia sin parangón que ha ejercido en mí la lectura de algunos de los textos que forman parte de las Tradiciones peruanas de Ricardo Palma.

El castellano o español nos une desde tiempos coloniales, en relativo desmedro del quichua y de otras lenguas originarias, Gracias al castellano,  formamos parte de una millonaria comunidad de hablantes de veintitrés países, cada uno con su correspondiente  Academia de la Lengua.

391 páginas

ISBN 978-9942-822-85-7

e-ISBN 978-9942-822-89-5